Que el fútbol moviliza, multitudes es una realidad evidente y compartida. Pero ¿a cuántas cosas representa esa “pasión” de multitudes?, Vocación, espíritu deportivo, ejemplo de trabajo en equipo, identidad nacional, rentabilidad económica, nuevas formas de poder y rivalidad, expresión de valores y antivalores. O tal vez una versión contemporánea del “opio de los pueblos”.
En un artículo reciente sobre Messi, el periodista decía que era un chico que sólo quería al jugar al fútbol”. Cuánta verdad en estas sencillas palabras. La mayor parte de los grandes futbolistas comenzaron en la cancha de su barrio, algunos hasta con pelotas artesanalmente fabricadas porque el dinero apenas alcanzaba para comida. Pero todos tenían esa pasión por jugar, por hacer un gol que los llevaba a horas de diversión que eran sin saberlo, su mejor entrenamiento. Vocación, tenacidad y habilidades innatas los destacaban del resto.
Bastaba que alguien pusiera su mirada en ellos para que sus vidas cambiaran ciento ochenta grados. Sus habilidades pasan así a ser vistas y ovacionadas por multitudes, sus rostros representan las mejores y más caras marcas del mercado, sus pases vales millones que a veces sus conocimientos matemáticos no les permitirían calcular.
Es cierto que cuando se los ve jugar sus rostros reflejan sus afectos más simples como la alegría de un gol o el llanto de la pérdida o el error. ¿Pero quiénes son en realidad? ¿A cuántos les interesan ellos como personas?, sus vidas sus sentimientos, sus ilusiones. Por ese desinterés de su entorno muchos se marean y se pierden en el camino de la trivialidad, la droga o los lujos que creen les van a asegurar el placer. Pero detrás de ellos hay quienes nunca pierden la capacidad del calculado beneficio.
El más evidente es el económico. Cada vez más se desenmascara el poder que tiene una organización como la FIFA , pero todo esto se acompaña del sutil pero maléfico beneficio de tratar que no se piense en la miseria, la pobreza, la salud, la educación, la violencia y todo lo que hace que vivamos menos o peor. Messi “solo quería jugar al fútbol”, la gente no se merece que se la sumerja aunque sea por poco más de treinta días en el efímero placer de “la felicidad de la ignorancia”.