Culminando con la semana del corazón la Coordinadora de Psicólogos de Pando, organizó una actividad que tuve el agrado de presentar sobre este tema. Con la asistencia de médicos, psicólogos, profesionales de la salud, docentes y público en general, compartimos e intercambiamos en un clima de notorio interés, con una inusual y activa participación. Sin duda el trabajo y la difusión realizada por la Coordinadora contribuyeron a la calidad del encuentro.
De dicha exposición destacamos resumidamente los principales conceptos.
En primer lugar la concepción de enfermedad como malestar bio-psico – social. Basados en una antropología integral del hombre, la enfermedad siempre es un fenómeno que afecta la totalidad de nuestra estructura dinámica. Enfermarse, como accidentarse o como cualquier síntoma son formas de expresar conflictos inconscientes. Esta expresión no es el producto de la tan perimida “causalidad” médica, sino que es el producto de la investigación psicológica de los significados de los síntomas. Comprender esa significación está importante como atender las condiciones médicas y tratarlas.
El corazón es el representante en todos nosotros de la “sede de los afectos”. Cuando pensamos en él pensamos en sentimientos, buenos o malos. Es también el llamado “marcapaso de la vida”, porque con las variaciones de su ritmo, las que marcan la importancia del instante presente. Con términos que aluden al corazón hablamos del futuro cuando nos referimos al “presentimiento y al pálpito” y del pasado, cuando nos referimos al “recordar”, “re- cordis”: volver al corazón.
El corazón es también el responsable de un tipo particular de inteligencia que sabiamente expresó Pascal cuando dijo que: “el corazón tiene razones que la razón ignora”. Esas razones aluden a la lógica de los afectos, muy diferente a la de la razón. Hay personas que tienen dificultades para funcionar con este aspecto de la personalidad y presentan más habitualmente conflictos que llamamos “cardíacos”. Cuando esos conflictos no pueden tolerarse en la conciencia, es decir cuando no pueden decirse con los labios, como bien destaca Chiozza los decimos con el cuerpo. Las patologías cardíacas serían diferentes formas de expresarlos. El Infarto, la más habitual y dramática de ellas es la consecuencia de la imposibilidad de tolerar en la conciencia afectos de alto impacto emocional, que no pueden sentirse por lo doloroso que sería. La “ignominia” que es el nombre designado a este afecto sería algo que al no poder vivirse hace que el corazón lo exprese “estrangulándose a sí mismos”, bloqueando en la circulación de sangre, partiéndose, quebrándose. Esa ignominia a veces no pude sentirse, pero otras ni siquiera puede vivirse, lo que llevaría a la posibilidad de la muerte.
Los médicos como su entorno tratan de evitarle al paciente cardíaco “disgustos”. Evitar los conflictos es imposible porque sería como seguir viviendo fuera de la vida. Se trata de ayudar al paciente a poder transitar, elaborar y resolver las dificultades “cardíacas” que vivir implica.
No es una tarea sencilla, pero es el camino terapéutico más adecuado. Recorrerlo con el paciente, implica, conocimientos y experiencia. Formarse en esta especialización como en cualquier otra es una responsabilidad de los psicoterapeutas.
Gladys Tato