Gladys Tato

Psicoterapia General y Especializada en Pacientes con Trastornos Orgánicos

El accidentarse es una de las formas en que podemos expresar nuestras dificultades y conflictos ante los cambios vitales que  resultan difíciles de elaborar.

El siguiente artículo es un resumen de la Charla realizada el 15 de junio en el Espacio Gorlero de Punta del Este. Agradecemos a las autoridades Municipales y al público presente por su interés y participación. Publicamos también en Presentaciones los Power Point proyectados durante la charla.

Los Siniestros o Accidentes son un acontecer de la vida cotidiana, que sucede de golpe, en el cual la persona tiene la tendencia a  sentirse ajena a lo que le acontece.

Son sucesos violentos, de carácter agresivo, tanto hacia la persona, como a los otros y al entorno.

Se tiende enseguida a buscar  las causas en condiciones externas, como el mal tiempo, la señalización o los otros,  todas causas ajenas, como si la persona que tiene el accidente no fuera partícipe de él. También se recurre al azar, como una explicación más  tolerable socialmente. Pero el azar, va a funcionar como  “una resistencia”  a la hora de pensar sobre el accidente y otras posibles motivaciones.

Desde una perspectiva psicológica, sabemos que todo accidente, como todo acontecer humano tiene una significación que permanece oculta y que es la que hay que desentrañar.

La persona quiere ocultar inconscientemente algo que padece y lo expresa accidentándose, pero lo que  quiere ocultar  retorna con más fuerza aún, pero en un accidente. 

El azar es algo que no podemos negar pero que tampoco podemos probar, por lo que desde el punto de vista psicológico, se lo toma como una resistencia, como un motivo para no pensar: “¿qué me pasó?” “¿por qué terminé en esto?”.

Todo fenómeno del ser humano tiene un significado.

El accidente compromete el cuerpo, el espacio, los objetos externos o personas y el entorno. Estos aspectos mencionados están comprometidos también en el nacimiento, la bipedestación, la deambulación y la etapa escolar. Transitar de una manera adecuada esas etapas es un puntal de la personalidad.

Otro aspecto importante es el desarrollo del sistema normativo en la personalidad. Los límites se incorporan desde el nacimiento, se aprende a tolerar la frustración, el “no se puede”, o “no se debe”, lo que en el tránsito estará representado por el cartel de PARE. Las normas, la Ley se aprenden de los padres, los maestros, los educadores, la sociedad. Todo eso incorporado forma lo que llamamos el “sistema normativo”. Un buen sistema de normas nos permite transitar mejor por los cambios, las crisis de la vida que nos hacen reformular posturas y creencias, que nos enfrentan a duelos y frustraciones.

Cuando el transitar por la vida, especialmente en situaciones de cambio y mucho más cuando son conflictivas, los afectos comprometidos pueden expresarse accidentándose.  Al manejar lo hacemos en un grado de automatismo que cuando estamos en armonía con nuestro mundo interno hasta podemos ir al mismo tiempo pensando en otras cosas sin que interfieran. Cuando nuestra vida está en crisis el mundo interno se impone sobre el mundo externo, “obnubilándonos” haciéndonos cometer la torpeza que no imaginamos.

Cuánto más grave es el accidente o lo frecuencia, más grave es el conflicto.

El accidente muchas veces es considerado como un suicidio encubierto. Una persona que conscientemente no cometería un suicidio, concreta  su deseo de no vivir con el accidente.

Todo accidente implica una descarga y a la vez un intento de elaborar algo de difícil solución. Con el accidente algo se evita y algo se logra. Es un recurso extremo de acción violenta, auto o hetero-destructiva en un intento de manejar la crisis y de intentar un cambio, pudiendo así determinar un  cambio hacia la vida, hacia la muerte o a un no cambio a que “todo queda como está”.

Gladys Tato