Gladys Tato

Psicoterapia General y Especializada en Pacientes con Trastornos Orgánicos

En los artículos anteriores hicimos un recorrido por los conceptos fundamentales tanto teóricos como técnicos de la comprensión psicoanalítica del enfermar.

En esta oportunidad daremos cuenta del lenguaje corporal tanto en salud como en enfermedad a propósito del corazón como órgano y sus significados.

Nuestra experiencia en el tema data desde 1992, año en el que  presentamos los  primeros trabajos en Bs As y en Montevideo. Posteriormente continuamos trasmitiendo nuestra experiencia en publicaciones de nuestra casuística, en las desgrabaciones de clases desde el 2003 y en presentaciones en power point.

Recientemente en la Conferencia dictada en el CLAEH el 10 de marzo hablamos a modo de ejemplo, sobre el simbolismo de “lo cardiaco”, entre otros conceptos fundamentales.

Freud usó el artículo neutro, “lo”, para referirse al inconsciente. Daba cuenta de este modo  que “lo inconsciente” no está sujeto a las leyes del pensamiento consciente, por lo que no aplican las categorías de tiempo o espacio, psíquico o somático.

Chiozza en su propuesta  epistemológica unitaria, lo utiliza para todo “lo humano” por lo que decimos que en lo inconsciente existe  “lo cardíaco”, que se expresa a la conciencia o que ella lo percibe, como el órgano somático que llamamos corazón y  determinados significados que llamamos “psíquicos” vinculados a este órgano.

En un sintético recorrido y alternando las cualidades “psico -físicas”, de la expresión humana, trataremos de comprender los significados de lo que somáticamente percibimos.

Una de las principales funciones cardíacas es el latido. Si hay vida el corazón late y no lo hace siempre igual, sino que varía su ritmo dentro de ciertos límites normales según la intensidad del instante presente, según su importancia actual.  Por esta característica se lo considera  el “marcapaso de la vida”.

En todos nosotros habita la natural relación entre el corazón y los afectos, motivo por el cual se dice que “el corazón se arroga la representación de los afectos”.

Esta significación es tan clara que un niño o un adolescente cuando quieren expresar amor, dibujan un corazón.

Pero si bien el corazón representa a todos los afectos, no los representa a todos por igual, se lo vincula más específicamente a aquellos que reconocemos como afectos en  pares antitéticos. Si pensamos en el amor, pensamos en el corazón, pero si pensamos en odio, pensamos en el corazón, así sucede lo mismo con la valentía y la cobardía, la  concordia y la discordia, la lealtad y la traición, etc. El corazón  es capaz de “albergarlos” en sus polaridades, incluso hacia una misma persona, aunque no al mismo tiempo.

¿Será una curiosa concordancia que por el corazón circulen dos tipos de sangre con cualidades bien diferentes, que no deben mezclarse y que conocemos como azul y roja por su funcionalidad somática? Aunque no pueden mezclarse ambas son vitalmente necesarias.

Esta capacidad de tolerar las polaridades afectivas es necesaria, porque nos permite aceptar que  las vicisitudes de la vida pueden llevarnos a sentir  estos extremos.

Esta cualidad humana incluso es útil y  constituye además un modo de resolver conflictos con una lógica particular como  tan sabiamente  lo expresara Pascal cuando dijo que: “el corazón tiene razones que la razón ignora”.

El corazón no solo marca la importancia del instante presente sino que  en su palpitar hay  una continuidad de la funcionalidad somática con el latido anterior y con el que vendrá.

Recordar viene de “re- cordis”,  que quiere decir “volver al corazón”. El recordar verdadero es un volver a sentir, es la actualización de un rememorar un acontecimiento pasado con la afectividad que lo acompaña.

Cuando ese recordar nos resulta doloroso, es un “recordar con dolor”  por lo que ya fue y hoy no es o no está, y lo denominamos “nostalgia”.

También  la carencia de algo que desearíamos en el presente y no lo tenemos pero pre- sentimos que lo podremos lograr o conseguir, surge la vivencia de lo que llamamos “anhelo”.

Hay quienes tienen dificultades para resolver los conflictos con la lógica del corazón. De ellos podríamos decir que tienen problemas con “lo cardíaco “de la personalidad, aunque no presenten ninguna patología somática.  Dichas dificultades más frecuentes están enumeradas en unos de los power point.

Pero el corazón es particularmente sensible a los acontecimientos de alto impacto emocional, lo que Chiozza denominó como el afecto ignominia que quiere decir: “lo que no tiene nombre”. Esta vivencia a veces es dolorosamente tolerada y hasta se la puede expresar en dichos como “me partió el corazón” y otras veces cuando el afecto no se tolera o  no es posible para amortiguarlo con las palabras, es el corazón mismo que expresa en un “hecho”, un infarto ese dolor que lo parte,  lo quiebra, impide que la sangre fluya en él.

Los principales conceptos sobre “lo cardíaco” pueden verse resumidos en la Presentación en Power Point y pueden profundizarse con las lecturas de:

  • Chiozza, L. - "El Corazón tiene razones que la razón Ignora”. En: Obras Completas. Tomo IV (1978-1983) Libros del Zorzal. Bs. As. 2008.
  • Chiozza, L. - "Un Infarto en lugar de una Ignominia". En: Obras Completas. Tomo XIV. (1986-2007) ¿Por qué enfermamos? Libros del Zorzal. Bs. As. 2008.
  • Chiozza. L. - "Entre la Nostalgia y el Anhelo. En: Obras Completas. Tomo IV (1978-1983) Libros del Zorzal. Bs. As. 2008.

Los casos  publicados de nuestras primeras experiencias  en Bs. As. y Montevideo,  no pueden ponerse en la Web por contener material clínico que solo es presentable en contextos de nuestra profesión.

Balparda, S.; Tato, G. - "Al compás de los recuerdos". 4ª Jornadas Científicas del CCMW. Fepseo. Bs. As. 1992, y “Al compás de los recuerdos”. (2da. Comunicación) APU.1992. (Inédito).

Gladys Tato