“Las soluciones que no se piensan”
La cefalea es uno de los síntomas más comunes en la práctica médica. Más del 90 % de las personas tienen al menos una cefalea en el curso de un año.
La medicina no ha podido aclarar aún las “causas”, o mejor dicho “las condiciones necesarias pero no suficientes” para que se produzcan migrañas o cefaleas
Las estadísticas muestran que es un síntoma mucho más frecuente en las mujeres.
La migraña es una cefalea que se caracteriza por tener una intensidad entre moderada y severa, con dolor pulsátil en forma unilateral que se agrava con la actividad física habitual. Si no se trata, puede durar entre 4 a 72 horas y el dolor puede estar acompañado de náuseas y/o vómitos. Algunas personas, presentan “aura”.
Las cefaleas no migrañosas, son un tipo muy común de cefaleas y comprenden las Cefaleas “Tensionales” Episódicas que se presentan durante menos de 15 días por mes y las Crónicas, que suelen estar presente en más de 15 días al mes.
Los tratamientos, deben iniciarse tan precozmente como sea posible para maximizar los resultados. Los medicamentos utilizados son muy variados. Se recomienda una aproximación gradual, es decir comenzar con los agentes de primera línea y pasar a los tratamientos más agresivos cuando los anteriores no responden.
La mayor parte de los pacientes que llegan a la consulta Psiquiátrica o Psicológica por esta patología han recorrido todo el proceso médico y se encuentran con el síntoma en forma crónica, solo tratado con analgésicos
Veamos qué conocimientos puede aportar la Psicología para la comprensión y el tratamiento de estos pacientes.
En los dichos del lenguaje y en gran parte de las concepciones científicas, vemos como consideran al cerebro y a la cabeza como la “sede” de la función de pensar, de la inteligencia y también de la atemperación de los afectos.
Esta atemperación de los afectos, es decir la disminución de su intensidad de expresión, tiene todo un gradiente cuyas formas más habituales son lo que llamamos “sentimientos” hasta “nominación verbal, despojada totalmente de emoción”, tal como ocurre en el pensamiento lógico.
Desde el consenso popular, hablamos de dolor de cabeza asociado a tener “un problema”, pero los matemáticos, los ingenieros, los economistas que viven resolviendo problemas con la cabeza, es decir pensando, no tienen mayor incidencia de cefaleas. La cabeza duele cuando no se la utiliza para aquello que no es su fin específico.
Las investigaciones del Dr. Luis Chiozza y Col., han llegado a la conclusión que el dolor cefálico expresa tanto el esfuerzo como el displacer, que derivan de una pretensión inalcanzable de transformar o dominar una contradicción o una ambivalencia afectiva en un problema racional.
“La necesidad de atemperar a los afectos surge frente al conflicto generado por emociones contradictorias.” Lo que en el lenguaje popular se conoce como “poner mente fría”. A veces, aún en este modo equivocado, la persona logra resolver el conflicto. Pero “si por el contrario el conflicto afectivo perdura, la persona se encuentra ante un “dilema”. “ Es en estas circunstancias en que se puede recurrir a la capacidad de pensar, intentando resolver el dilema mediante la transformación del conflicto afectivo, en un problema racional auténtico. Recordemos que “un problema” es tarea propuesta al intelecto.
Si la persona no logra resolver el problema mediante la racionalización, se configura entonces un dilema – problema insoluble. “El paciente se ve animado por la pretensión... de que triunfe la razón, es decir, intenta tratar a un conflicto afectivo que permanece inconsciente, como si fuera un problema que pertenece exclusivamente a la esfera del pensamiento racional, que lo deja impasible, sin vestigios de emoción”.
Resumiendo: las cefaleas serían los síntomas somáticos equivalentes a un abuso de la razón y el pensamiento, en el aplacamiento de los afectos. Las jaquecas o migrañas, serían el equivalente de convertir los conflictos afectivos en problemas, que terminan resultando insolubles porque su resolución implica, otra lógica diferente del razonamiento cerebral.
¿Por qué les duele más la cabeza a las mujeres?
Veamos algunos aspectos generales de las investigaciones que hemos realizado al respecto.
En primer lugar debemos destacar que en el hombre por su género y su protagonismo social, está mucho más desarrollado el funcionamiento racional para enfrentar los problemas de la vida que la mujer.
El conocido dicho femenino convertido en chiste «hoy no, me duele la cabeza», tal vez encierre en su ironía una parte de la respuesta que buscamos. Imposibilitadas y avergonzadas de decir que no desde el sentimiento o las ganas, la mujer evita el encuentro sexual usando como excusa el dolor de la parte del cuerpo que menos está vinculada a los sentimientos, porque justamente se relaciona con el pensamiento y la razón. El conflicto afectivo, tener o no tener ganas, puede estar relacionado con algunas circunstancias difíciles de la pareja o de la mujer en ese momento y no pueden ser expresadas de otro modo.
La constatación de la medicina de que las cefaleas en la mujer “se presentan en un período durante el cual los roles están cambiando o aumentando, lo que habilita diversas interacciones entre las profesiones, el trabajo y la familia”, coincide con que esos momentos vitales también son períodos de importantes cambios hormonales acordes a la complejidad que favorece la emergencia de conflicto.
Adolescencia
Las cefaleas en esta etapa estarían expresando un exceso de aplacamiento afectivo y sexual, por temor a la entrega amorosa y la genitalidad, o por conflictos con la necesidad del desarrollo intelectual. Otras veces representan un conflicto en la opción de roles: la mujer que desea encaminarse a la maternidad siente que quiere priorizar la pareja pero no sabe como equilibrar estos deseos con el desarrollo vocacional, profesional y por lo tanto social. Afectos y tendencias en conflicto que reprimidos y convertidos en lemas o premisas, llevan a racionalizaciones inútiles, expresadas en múltiples formas problemáticas sentidas a veces como insolubles. De ahí en más, cada período menstrual representa para la mujer la resignificación de una opción ¿maternidad o no maternidad? Opción que será más intensa y significativa, a medida que la mujer avanza en edad.
Adultez
Durante este período, la mujer hizo opciones que marcaron un camino, lo que la lleva a desarrollar y combinar los roles elegidos.
La mujer que optó por el modelo maternal relegando lo profesional o laboral, quedará inscripta a la herencia más cercana a su progenitora que probablemente fue predominantemente madre. Las problemáticas para estas mujeres, muchas veces aparecen con el crecimiento de los hijos, la falta del hijo – bebé y la dificultad de vivir una genitalidad plena que sea disfrutable en sí misma y no en función de a la procreación.
Aparece también con el crecimiento de los hijos, el mayor tiempo libre y la nostalgia por lo no realizado, ¿por qué no habré trabajado?, ¿por qué no estudié una carrera? Ganas y deseos no superados que tienen que ser reprimidos y atemperados o nuevamente racionalizados y calculados en una larga lista de pros y contras para decidir la actitud más acertada, intentando así resolver por la razón, reprimen los afectos contradictorios.
Veamos ahora el otro camino de elección: la mujer profesional, que intentó la integración social y renunció a la maternidad, viviendo la genitalidad sin procreación. En estos casos hizo una opción que rompió el modelo femenino materno. Son mujeres que materializaron otras formas de creación diferente. Cuando existen situaciones de conflicto en esta opción, aparecen generalmente cercanas a la menopausia, cuando se acerca el “no puedo”, cuando ya no hay opción. La experiencia clínica nos ha mostrado que la opción de la no maternidad, es vivida generalmente con culpa por la mujer. La mujer que se insertó en el orden social, debe enfrentar un conflicto, porque su esencia femenina la lleva a actuar guiada por el corazón y el afecto y el mundo laboral está regido por lo cerebral y la razón.
Sin duda las dificultades mayores se le presentan a las mujeres que intentan armonizar los diferentes roles: lo femenino, lo maternal, lo social, entonces sin darse cuenta racionalizan y problematizan sus emociones contradictorias, intentando resolver las tensiones a un modo racional y calculado. Quedan así reprimidas las tendencias afectivas opuestas: el amor hacia el hijo y la culpa por el abandono, en conflicto con el deber por la obligación laboral contraída y el temor al menoscabo de su eficiencia. Integrar las razones del corazón con las razones del pensamiento, es para la mujer de hoy, un desafío permanente. Preferible el dolor de un conflicto en la conciencia, que el costo del dolor o la enfermedad somáticamente expresada.
Climaterio
En el climaterio la mujer se ve enfrentada a dos grandes aspectos. Las consecuencias de la forma en que vivió el desarrollo y la integración de sus roles y la menopausia. El conocido sentimiento del «nido vacío» es una realidad que conlleva un duelo inevitable, que será más fácil o más difícil según las características de cada mujer y según la posibilidad de redistribución de sus cualidades creativas. Los nietos, las realizaciones de todo tipo, podrán ser motivo de interés y satisfacción. También observamos la dificultad ante la sexualidad, porque muchas mujeres sienten que con la maternidad acaba la femineidad (sobre todo cuando más hayan relacionado la genitalidad con la procreación), entonces sufren una disminución importante de la libido y un desinterés amoroso y genital. Las depresiones tan frecuentemente asociadas al climaterio, son la expresión en la mujer de la vivencia de que «todo ya fue», los hijos, la juventud, la sexualidad, la vocación, el trabajo, acrecentado a veces por la cercanía de la jubilación.
No debemos olvidar la sabiduría de Pascal cuando dijo que “el corazón tiene razones que la razón ignora”. Aprender a discernir entre ambas lógicas e inteligencias aplicando la adecuada en cada caso es una cualidad de la madurez.
Resumiendo, diríamos que la mujer en las diferentes etapas de su vida se ve enfrentada a vicisitudes que le representan conflictos afectivos, es decir vivencias contradictoras.
Esos afectos o tendencias opuestas deben y pueden ser vividos, tolerados y resueltos.
Tratar de transformarlos en “problemas racionales” nos expone a la posibilidad de que además de resultarnos insolubles nos ocasione un “dolor de cabeza”
Una consulta psicológica, con una evaluación adecuada de ser necesario y una psicoterapia, pueden ayudar a entender y modificar los conflictos que se encuentran detrás de un síntoma. La palabra sigue siendo una terapéutica eficaz, porque la palabra también cura.
Las ideas expuestas en este trabajo se encuentran más ampliamente desarrolladas en “Mensajes del Cuerpo. Enfoque psicosomático del Enfermar”, Ediciones Trilce, Montevideo 2006 y en “Cefaleas vasculares y accidentes cerebrovasculares”, Dr. Luis Chiozza, Obras Completas http://www.funchiozza.com/wp-content/uploads/libros/tomo11.pdf
En el Link de Presentaciones podrán encontrar una versión de los conceptos expuestos en Power Point.
Gladys Tato
Versión recopilaciones: 2006, 2013 y 2017.-